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“LA VEGETARIANA” DE HAN KANG. VIOLENCIA Y VISCERALIDAD

Desde hace algunos años podemos ver cierta afluencia de literatura coreana traducida al español. Debemos, entre otros factores, a la premiación de la novela La vegetariana (Chaesikjuuija) de Han Kang, la reciente difusión de esta literatura. Aunque ya en 2012 la editorial argentina Bajo la luna había publicado esta novela con la traducción de Sun-me Yoon,  obtener el premio internacional Booker en 2016, abrió las puertas para la circulación no solo de su obra sino también de otras autoras coreanas. Hay algo en la escritura de Han Kang que mueve el interior. Su prosa no es cómoda, no es reconfortante, pero tampoco busca serlo. Leerla significa entrar en un mundo atravesado y golpeado por lo visceral. Su escritura se encuentra marcada por la violencia, lo onírico, lo desconocido y la naturaleza.

La vegetariana es una novela organizada en tres partes que cuenta la radical decisión de Yeong-hye: dejar de comer carne. La voz de la protagonista se encuentra mediada por el relato de su marido, su cuñado y su hermana. Estas tres voces construyen a la protagonista, la describen y juzgan sus acciones, que desestabilizan el sistema familiar tradicional coreano. El marido describe a Yeong-hye como una persona poco especial, ni muy alta ni muy baja, el cabello ni largo ni corto, ni enérgica ni débil. Parece que la protagonista era la perfecta esposa porque no resaltaba. En el perfecto y justo medio, poseía la sobriedad necesaria para ser la esposa de un hombre sin pretensiones. La progresión de su matrimonio se encuentra dentro de los patrones de lo esperable. De hecho, el día en que todo cambia, el marido pensaba que ya era tiempo de ser llamado padre. De esta primera presentación del personaje principal se desprende un malestar. Yeong-hye solo adquiere valor por su capacidad de adaptación a las usos y costumbres de la sociedad y al rol de esposa común y corriente. Si en un principio la falta de motivo en el cambio de su esposa le molesta, continúa con su vida. Su decisión solo molesta realmente cuando este papel ya no puede ser desempeñado y lo afecta personalmente. Yeong-hye debe soportar entonces una secuencia de situaciones violentas: la obliga a maquillarse, en la mesa le cuestiona su alimentación e incluso la somete a recurrentes violaciones.  

La vegetariana, de Hang Kang. Portada de la edición realizada por Hogarth
N.º 1 edición (23 agosto 2016)

Yeong-hye no solo se niega a comer carne, sino que se niega a mantener el rol de esposa que la sociedad coreana tradicional pretende. La mañana anterior al cambio sucede una situación que deviene en epifanía. El marido la apura mientras corta carne congelada, ella se abstrae y se corta un dedo. La gota de sangre la tranquiliza. Si el onirismo es un tema recurrente en la obra de Han, es precisamente un sueño el detonante para que Yeong-hye decida abandonar el consumo de carne y adentrarse al mundo vegetal. El marido describe la escena bisagra de una manera que recuerda al típico fantasma femenino asiático: el pelo negro que cae desordenado sobre la cara, camisón blanco y mirada ausente. El camisón o vestido blanco tiene su origen en la asociación de este color con la muerte, que proviene de los implacables inviernos coreanos. Por otro lado, el cabello largo sin arreglar va en contraste con los peinados estilizados del período Joseon.

El fantasma femenino en la tradición asiática suele ser vengativo y se caracteriza por encarnar una crítica social. No parece fortuito que Yeong-hye aparezca de esta manera luego de la situación vivida previamente.  En el sueño que la mueve a intentar escapar del esquema impuesto, el camisón blanco se empapa de sangre. Sin duda, Han Kang se destaca por las descripciones que no huyen de la crudeza de la vida. Estas descripciones viscerales resultan al mismo tiempo sumamente estéticas.

Actualmente solo disponemos de la traducción al español de tres novelas de la autora: Actos humanos, Blanco y La vegetariana. En Blanco la vida misma es violencia, la vida es violenta en sí; persiste en la narradora la idea de estar viva gracias a algo y por la muerte de otros. En Actos humanos, penetra la crudeza de la masacre de Gwanju. La obra de Han Kang, ciertamente, se convierte en una invitación a visitar la cultura coreana desde conceptos muy interesantes como el han, que remite a un sentimiento colectivo de opresión.

(Publicado previamente en Revista Unicornia )