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LA ESCRITURA NIKKEI

El término nikkei denomina a los emigrantes japoneses y a su descendencia. Se encuentra compuesto por los kanjis2 日(Japón) y 系 (linaje, descendencia, grupo). Existe una clasificación para cada una de las generaciones migrantes siendo issei la primera.

La inmigración japonesa en Argentina tiene la particularidad de ser indirecta y producto de la sumatoria de iniciativas individuales más que de una imposición de políticas migratorias. Es indirecta porque los primeros destinos seleccionados por los programas migratorios fueron, entre otros, República Dominicana y Paraguay, pero al mostrar su disconformidad por las condiciones poco satisfactorias, se los deriva a nuestro país. Me parece importante destacar este aspecto porque muestra dos rasgos, al menos, de la comunidad. En primer lugar, rompe con la imagen sumisa del japonés y, por otro, revela que el gobierno buscó soluciones al problema, por lo que no se sintieron defraudados por el mismo. De esta manera no resultaría extraño que mantengan la relación cultural con su patria.

Por otro lado, es importante realizar un recorrido de la imagen diversa de la cultura que la literatura hispanoamericana ha retratado. Esta imagen proviene de dos campos literarios: escritores de herencia japonesa y los hispanoamericanos. Vienen a la mente no solo los textos que hablan sobre el país sino las formas poéticas introducidas a Hispanoamérica como el haiku (Borges, Tablada) y el koan.

La construcción de esta imagen de alguna manera y de la mano del exotismo ligado a la cultura ha influido notablemente en el lento proceso por el cual la comunidad japonesa dentro de Latinoamérica construye su propia identidad.

Los textos de los autores nikkei reflejan el lugar en el que se encuentran y desde dónde escriben. El concepto de frontera es útil para analizar los procesos de identificación por los que pasan estos autores. Resulta notoria la cantidad de escritores nikkei que se encuentran publicando y reclamando un lugar dentro de la literatura argentina que supere la novedad oriental.

Son varios los nombres que circulan: Maximiliano Matayoshi (Gaijin), Alejandra Kamiya, Virginia Higa (Los sorrentinos), Cynthia Acuña Matayoshi (La sombra de las ballenas), entre otros. Si bien ofrecen diferentes propuestas, podemos encontrar en ellos el mismo factor que no reduce sino enriquece: ser nikkei. Trabajan, de diferentes maneras, desde y sobre ese lugar incómodo. Su identidad se forma desde la herencia y la necesidad de pertenencia.

Alejandra Kamiya

Alejandra Kamiya nació en Buenos Aires en 1966. Se formó en los talleres de Abelardo Castillo y sus cuentos forman parte de las antologías Por favor sea breve (Editorial Páginas de Espuma, España), Los que vienen y los que se van (Editorial Fundación El Libro, Buenos Aires), entre otras. Publicó Los restos del secreto (Editorial Olmo, Buenos Aires), Los árboles caídos también son del bosque (2015) y El sol mueve la sombra de las cosas quietas (2019), ambos en editorial Bajo la Luna. Colaboró con la revista National Geographic. Recibió numerosos premios, entre ellos el Premio Feria del Libro de Buenos Aires (2008), Premio Fondo Nacional de las Artes 50 Aniversario (2009), Premio Horacio Quiroga (Uruguay, 2012), Premio Unicaja (España, 2014).

Los árboles caídos también son el bosque, publicado en el año 2015, consta de doce cuentos; desayuno perfecto, Los restos del secreto, Arroz, Los nombres, Tres sillas Fragmentos de una conversación, Las botas, El pozo, La oscuridad es una intemperie, El pañuelo y el viento, Partir y Tan breves como un trébol. Por otro lado, El sol mueve la sombra de las cosas quietas consta de trece cuentos: Separados, Un koan para el señor Nishida, El último paseo, Los gestos de la sal, La casa, La fruta y la oscuridad, La espera, Sin Luna, Antes de la helada, La historia del padre del señor Yamano, Elefantes, Un círculo pequeño y Veré árboles.

Los árboles caídos también son el bosque, de Alejandra Kamiya. Editado por Bajo la luna.

Ambos libros reciben su título no del nombre de uno de los cuentos sino de una frase contenida por uno de ellos. “Partir”, en el caso del primero y en el segundo de “Un koan para el señor Nishida”. En su narrativa si bien abundan los nombres japoneses, muchos transcurren en Argentina. Por otro lado, en otros cuentos no se hace mención al lugar donde transcurren los hechos. Es interesante observar la manera en que cuentos como “Un koan para el señor Nishida” o “Desayuno” parecen filtrar, a través de otra lengua, aquellas características propias de la estética japonesa como el cuidado por las acciones simples, la mirada que se centra en el proceso, el gusto por las imágenes y la sugestión.

Es posible observar en los cuentos de Kamiya tres series de cuentos: aquellos protagonizados por japoneses, por nikkei y por argentinos. La autora no los separa, todos forman parte del mismo universo. En ellos se puede advertir los problemas de identificación que atraviesa la comunidad nikkei al existir en un lugar de tensión. La escritura parece ser el lugar donde esta identidad nikkei se construye. Su estilo, incluso en aquellos cuentos donde no es posible encontrar ninguna referencia a Japón, da cuenta de su herencia y formación. Sus cuentos dan cuenta de su interés por la naturaleza y lo fugaz. El haiku y el koan se encuentran presentes en su obra a través de la búsqueda de la síntesis y la austeridad, así como los temas centrales antes mencionados.

Sin duda, su escritura es un viaje obligado, y placentero, cuando se trata de literatura nikkei y literatura universal.